A primera vista, el festival destaca por las grandes cifras de público y por la formidable oferta musical. Pero, una vez allí, es aún más poderosa el hambre por parte del público de nuevas experiencias; las ganas de vivir y de exprimir el momento. Sensación que se aprecia en el recinto del festival, un idílico paisaje montañoso; y en la ciudad, Bilbao, que ofrece muchos alicientes extras.
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Cualquier trabajo es una gran responsabilidad; con el cliente, con uno mismo por la oportunidad que representa; y con el público, quien finalmente hace posible este suspiro de emoción que se prolonga durante 72 intensas e inolvidables horas. Transmitir algo que haga justicia a todo cuanto la gente pone de su parte, es la mayor de las responsabilidades.
La recompensa en un trabajo así siempre es grande, se vuelve a casa contagiado de energía positiva. Estimulados por la confianza que Last Tour, la empresa organizadora. Y enriquecidos por trabajar codo a codo con grandes profesionales que aportan lo mejor de si mismos para estar a la altura de lo que la gente siente y desea expresar.
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