Nota: Si quieres leer directamente el Decálogo vete al final del post, está señalizado donde empieza.
«Un vídeo para la red debe durar como mucho 3 minutos, aunque es mejor que sean 2 y lo ideal es que no pase de uno».
Con un enunciado así, o por el estilo, nos topamos muchas veces en unos de los tantos decálogos que hacen su agosto en la nube. Quizás falta añadir, «pero sería maravilloso que solo durara 30 segundos y se llamara spot». Es una pequeña maldad 😉
No discuto ese principio, nosotros le seguimos en buena parte de nuestro trabajo. Pero afortunadamente formamos parte de un entorno poliédrica donde, por ejemplo, el vídeo que más nos ha gustado hoy dura 7:04.
Qué decir de esta «locura» que alcanza 1:34:57
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=JaFVr_cJJIY[/youtube] Seguro que a todos nos vienen a la cabeza multitud de ejemplos de vídeos que, pese a infringir esos decálogos, están muy bien. Incluso alguno nos habrá dejado tal poso que aún visitan nuestra cabeza sus imágenes o sensaciones. Aunque tampoco le veo mucho sentido a afirmar que lo óptimo es hacer vídeos de 5 o 10 minutos. Sencillamente no es una cuestión de peso o de medida.
Anteponer el minutaje como principio fundamental, me parece, entre otras cosas:
Resignado y fatalista: ¿No nos sentimos capaces de cautivar a la gente durante 5 minutos?. ¿No estamos dispuestos a asumir el reto?.
Equivocado: Alargar un minuto el vídeo de un gato tirándose un pedo no va a conseguir que nos riamos más, a lo sumo que terminemos recordando nuestra alergia a los mininos. De igual modo, muchos vídeos de 1 minuto mejorarían al recortarles los últimos 60 segundos.
Voy a exponer el caso de dos vídeos nuestros, el del encabezado y el que viene a continuación, ya que manejamos datos que nos permiten hablar con más propiedad.Ambos rondan los 5 minutos, y ambos han sido herramientas fabulosas para posicionarnos ante nuestro público.
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=Hxuu57Gc1j0[/youtube]
Artevia en una empresa pequeña y desconocida (ahora un poquito menos), pero atesoramos conocimiento, experiencia, buenas ideas y una gran pasión por llevarlas adelante. Asimismo, nos creemos en posesión de un punto de vista singular, en el medida que esto es posible.
Para terminar con el laste del anonimato, Artevia debía dar un paso hacía adelante, alzar la voz, hacerse presente; pero no de cualquier manera. Solo de acuerdo con los valores y a la autenticidad de su propuesta; el único motivo por el que a los demás les podría compensar que Artevia dejara de ser desconocida.
¿Hubiéramos logrado lo mismo con vídeos de un minuto?. Tenemos serias dudas, quizás hubiéremos accedido a la audiencia suplementaria que no le apetece enfrentarse a un vídeo de 5 minutos. Por contra hubiera resultado más difícil desarrollar un valor prioritario para establecer la conexión con nuestro público:
– Utilidad, queríamos aportar una dimensión didáctica y a la vez posicionarnos en temas que forman parte de la agenda de inquietudes latentes.
– Tampoco hubiéramos proporcionado una experiencia inmersiva en el universo de Artevía para poder sedimentar nuestro relato. No todo el mundo secunda la propuesta de los vídeos, pero quien se siente atraído, en general, termina recompensado.
Queda puntualizar que en ambos vídeos partimos de versiones de 9 minutos y se fueron depurando hasta limar todo lo que consideramos innecesario.
Y llegó el gran momento…
1. Un vídeo no es lo que dura, es lo que hay dentro. A pocos les importa que El Padrino dure 3 horas. En cambio se nos hace eterno cada segundo de una película mala.
2. Haz contenido útil, piensa en los demás, quieren divertirse, aprender, emocionarse, inspirarse,…
3. Define los objetivos del vídeo y priorízalos. A veces no puedes afrontar con garantías unos, sin sacrificar en alguna medida otros. Debes tener clara la jerarquía.
4. Busca el ecosistema favorable para tu vídeo e intenta abrirle paso. Aparte de buscar a tu público, tienes que hacerlo en la experiencia de consumo más acorde con el contenido que estás proponiendo.
5. Busca aliados y trátalos como se merecen; muy bien. Un vídeo más largo necesita en ocasiones un incentivo extra para dar al play.
6. No te empecines con nada. A veces nos empeñándonos en preservar imágenes o recursos que aisladamente son buenos, pero están en el lugar equivocado.
7. Reescribe el guion; varias veces. No te conformes con la primera versión del montaje, ni la segunda. Seguro que eres capaz de hacerlo bien a la primera, pero a la segunda lo harás aún mucho mejor, y ni te cuento a la tercera.
8. Enriquece tu punto de vista, o el de tu equipo, con aportaciones externas. Ojos limpios que solo vean y valoren el resultado final de las distintas versiones.
9. No te obsesiones porque se te vea en el vídeo, puedes terminar siendo una molestia que se interpone entre el público y el contenido. Si el vídeo aporta valor, seguro que se te verá, y además divinamente.
10. Escribe un sustantivo y una acción (verbo) que resuma la esencia de lo que quiere transmitir tu vídeo. Ante cualquier duda agárrate a esas palabras.
11. Escribe qué te gustaría que pensara o sintiera tu público al ver el vídeo, y no lo olvides.
¡Ha salido un decálogo de 11 puntos!. ¿Y ahora que hacemos?. Creo que cada punto añade algún matiz interesante, no me gustaría meter la tijera.
Si no os parece mal le llamaremos Oncecálogo, aceptamos propuestas mejores.