El ciego da palos a diestro y siniestro con su bastón, cada uno de ellos es útil, y necesario, para orientar en su camino. Algunas veces, aunque tengamos la vista en perfecto estado, no sabemos que hacer, ni donde ir, y matamos el tiempo lanzando palos al agua, solo para distraernos viendo las ondas que provocan al impactar contra la superficie. Otras veces, si tenemos claro el destino; aunque para llegar es probable que tengamos que dar algunos “palos al aire” que ayuden a tantear el terreno. Si en ese momento no somos capaces de avanzar “a ciegas”, seguramente no lleguemos muy lejos.