Imagina que los demás presuponen que lo que vas a decir es irrelevante, insulso, repetitivo, y probablemente hasta molesto. Y entonces, si tienen el dinero suficiente, prefieran pagar para taparte la boca. Por fortuna, “pagaría por no oírte” es solo una hipérbole, y no debe ser interpretada literalmente, a no ser que hablemos de buena parte de la publicidad de la que la gente huye pagando servicio premium.