La pesca de arrastre usa una redes descomunales que atrapan todo lo que pillan a su paso, pero también desgastan los fondos marinos. Los peces que no interesan, la mayoría, se devuelven al mar malheridos o muertos. Esta práctica va degradando el ecosistema que se vuelve ineficiente. Cada banner, cada pre-roll, cada pop-up,… tienen la intención de pescar a algún cliente, y se despliegan a través de redes gigantes e indiscriminadas, que dejan a buena parte del público herido por las molestias o muerto por el aburrimiento.  Esto degrada los medios de comunicación, que se vuelven más hostiles y menos reconfortantes; en definitiva, más ineficientes en la función primordial de aportar valor al usuario.