Días después de morir mi padre, en diciembre de 2013, estaba en la habitación que de niño compartí con mis hermanos, acostando a mi sobrino y mi hijo. Ahora hay una cama-litera, y como querían dormir arriba juntos, usaron para subirse un viejo banco de madera que estaba en una esquina. Aquella imagen me transportó a una lejana mañana de domingo, mi padre trabajaba con la sierra y el martillo mientras mis hermanos y yo revoloteábamos cerca. Construía el banco donde sus nietos, muchos años después, se impulsaban para subir a la cama y alimentar sus propios sueños. Cualquier objeto material ocupa un espacio, pero también puede contener un tiempo; y es capaz de albergar un relato valioso y único.